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viernes, 13 de noviembre de 2015

El Ángel Caído

El Ángel Caído nos muestra la dirección, hacia abajo y hacia adentro, hacia la sombra y las tinieblas


Led Zeppelin me atrapó hace tiempo con su Rock duro tan cromático y rico en matices. también por todo el halo que rodeaba a sus componentes, y toda la imaginería que se creó a su alrededor. Entre sus símbolos más conocidos, el ángel cayendo de su sello discográfico Swan Song, el cual provocaba un efecto casi hipnótico cuando el LP giraba en el tocadiscos, pues parecía que veías al ángel precipitándose en círculo interminablemente, mientras escuchabas aquellos temas fabulosos. (Abajo de este artículo puedes darle al PLAY)


Pero no es de Led Zeppelin de quien quiero hablar aquí, sino del propio Angel Caído. En nuestra religión Judeo-Cristiana los ángeles caídos son aquellos que pecaron, por ejemplo, sucumbiendo a la lujuria. Su máximo exponente es Satanás,  el "príncipe de las tinieblas"... y de los demonios. Pero hubo vida antes del Cristianismo. Y mucha. y también mitos y leyendas, de las que el propio Cristianismo bebió y se nutrió. 

En la antigua Grecia ya existía el término Daemon o Daimon. Pero éste término no tenía las connotaciones negativas a las que estamos acostumbrados cuando hablamos de demonios. Los Daemon eran algo así como el destino que los dioses asignaban a cada cual. Así cada cual tenía su Daemon. Pero dos de los precursores de la psicoterapia, a los que casi debemos tanto como al Sr. Freud, afinaron más aún. Platón señaló que cada cual es responsable de su propio daemon, cargándose de un plumazo eso del destino ineludible asignado por los dioses. Sócrates afinó aún más atribuyendo al daemon la autoría de nuestra voz interior, la que emana de nuestro guía interno, el habla de nuestra esencia más divina. Pero ¿dónde reside todo ese material?, ¿de dónde sale todo eso que alguna parte de nosotros sabe pero que suele mantenerse velada a nuestro conocimiento, y se nos cuela por donde puede burlar la censura de nuestra conciencia?, pongamos por caso, en nuestros sueños...  pues ese "lugar" que no es físico pero sí es psíquico, no es nada más ni nada menos que nuestro inconsciente. 

Entonces, componiendo el puzzle o rebobinando en el árbol genealógico:  Daemon - Demonio - Ángel Caído - Inconsciente. Pero andábamos fijándonos en el tercero, el que "se cae". Porque ¿de dónde se cae?, y ¿a dónde cae?



Tengamos en cuenta que no se cae de una escalera ni de un andamio, se cae del cielo, o sea, el impacto al final de la caída es considerable. Ya lo dice la sabiduría popular, "cuanto más alto sea el ascenso, más dura será la caída". Y ¿cómo se sube nuestra psique? ¿a dónde? pues al Ideal, el decorado favorito del Narcisismo, la Imagen. 

Todos tenemos una imagen, todos nos hemos forjado un ego, un Carácter, y nos aferramos a ello porque nos da "identidad", y porque más allá de esa imagen está el abismo, el vacío... Pero recordando la verdadera esencia del Angel Caído, el Daemon, tras el abismo está el encuentro con nuestro verdadero ser, despojado de la Imagen de la que debe desprenderse para encontrar su verdadera esencia, con sus potencialidades y con sus limitaciones, mitad angel y mitad demonio, mitad hijo de Dios y mitad hijo de Puta. 

El Ángel Caído nos muestra la dirección, hacia abajo y hacia adentro, hacia la sombra y las tinieblas, pues la luz donde la Imagen revolotea es luz de Neón, la luz verdadera está atravesando la oscuridad, no huyendo de ella.

Feliz caída angelitos y angelitas (por que sí, que los que no se caen no sé, pero los que se caen, sí tienen sexo).







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